jueves, 10 de noviembre de 2016

Te deseo

Es casi la hora. Mientras la espero intentando leer algo, mi cabeza no puede apenas concentrarse. Mi mente solo puede pensar en ella. Sus intensos ojos, capaces de penetrar mi alma. Su voz, suave y seductora. Su cuerpo esculpido por dios siguiendo instrucciones mías y luego retocado por el diablo. Pero sobretodo su forma de ser, su esencia.

Conectamos muy rápido, una broma por aquí un jaja por allá. Un hoy soñaré contigo y un ya me contarás como ha ido. Pero el sueño, aún pudiendo sentirla por momentos algo más cerca, solo sirvió para quererla conocer aún más. Sentía que el tiempo que faltaba hasta verla me quemaba por dentro, recordándome que aún no podía olerla ni tocarla. Aún siendo un hombre seguro de mi mismo y el buen feeling que había entre ella y yo, reconozco que estaba un poco nervioso. Era imposible no estarlo ante la espera de la aparición de mi diosa.

Había poco plan y mucha improvisación. Una cena cocinada con todo mi cariño, la luna y unas velas rojas iluminando nuestras conversación y risas. En algún momento, un pequeño roce accidental de nuestras manos acompañado de la sensación más gloriosa que puede experimentar un ser humano: sentir el alma de otra persona, viendo cómo brillan ambas de deleite y anhelando fundirse de nuevo, poco a poco, como dos galaxias que cruzan sus caminos para ser algo más.

¿Y sabes qué? Ella eres tu. Te deseo, te anhelo y te añoro aún sin haberte conocido.

Te espero.

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